Natalia Hurie, médica obstetra y alumna de la formación en Psiquiatría Perinatal, Argentina, nos escribió este mensaje:
“Empecé a realizar los nacimientos por cesárea con la mínima luz posible. Estoy muy feliz con los resultados. Se me ocurrió gracias a la formación en psiquiatría perinatal. Se trata de cesáreas en oscuridad, con la mínima luz necesaria para la intervención. Me interesaría saber si tienes conocimiento de alguien que ya realice esta práctica y si podrías orientarme para leer sobre la oscuridad y el parto”.
Y nos pareció tan importante que le pedimos nos contara su experiencia y trabajo con más detalle. Este es su relato:
Mis saludos afectuosos desde Argentina. En primer lugar, quiero presentarme, mi nombre es Natalia Hurie, tengo 39 años, soy médica gineco – obstetra y soy mamá de tres pequeños: Mora, Amanda y Alfonso.
Los presento a ellos porque, sin duda, la maternidad y mis experiencias de dar vida han cambiado mi manera de ejercer la medicina y de acompañar a mujeres y familias. Sus llegadas me han permitido experimentar la misma montaña rusa de la que se habla cuando mencionamos la palabra maternidad, y en todas sus caras. He vivenciado desde una cesárea programada en la semana 39 (mi amada Mora), el inicio de un trabajo de parto espontáneo y el parto vaginal (Amanda) después de mi cesárea anterior y, por último, un parto vaginal en semana 35, cuando aún, ninguno de los dos, estábamos listos para transitar lo que nos iba a tocar vivir (Alfonso). Creo que él fue quien más me enseñó. Él sembró tantas inquietudes en mí, que en un breve tiempo me vi dando los primeros pasos por este camino, de formación, de curiosidad y de mutación para quien desea cuidar de la llegada de otros seres al mundo.
Alfonso llega con prisa, niño curioso, dando lugar a la experiencia del nacimiento prematuro, trae enseñanza, es un gran compañero y maestro y, como contaba, irrumpe, pero me muestra el camino que quiero tomar, pues él me entrega la posibilidad de comprender la importancia del contacto piel a piel y de la exterogestación como una necesidad primaria, fisiológica e instintiva, dejando marcas eternas e imborrables. Y así, paso a paso, me desarmé y me armé, repasé todo lo aprendido durante mi formación en la carrera de medicina y en las prácticas de obstetricia, para poder moverme de ese lugar y reaprender desde el rol que yo ahora deseaba tomar para cuidar y acompañar. Lo gesté, una vez más, y en estos pasos pude ver con otros ojos como anhelaba “custodiar” los nacimientos. Cambié pensamientos de ansiedad y temor ante las complicaciones obstétricas, por la observación expectante y gozosa de cada llegada. Aprendí de la importancia de la escucha, de la observación y de la espera. Tomé asiento, fui espectadora y me permití sentir la llegada de oxitocina que se emana en el ambiente de los nacimientos acompañados con respeto. Todas las escenas fueron fabulosas, admirables y movilizadoras, la belleza de ver mujeres pariendo a sus hijos. Pero aun así notaba que algo me faltaba, sentía que la habitación de trabajo de parto (donde a veces “parimos” también) y en la famosa sala de parto, todo era magia. En cambio, acompañar los partos por cesárea, cualquiera fuera la indicación o elección materna, me hacían sentir que aún algo faltaba, la experiencia cambiaba, algo en mi hacía ruido y entonces pensaba, ¿qué más podía brindarles? ¿qué es lo que me perturbaba? Y si me generaba esto a mí, ¿qué experimentaban las mujeres?
Hablamos muchas veces sobre cómo mejorar esta experiencia, lo charlaba principalmente con la partera, Candela, tal vez porque con ella me sentía comprendida, me impulsaba y confiaba en este sueño que yo perseguía. Fuimos charlando al resto del equipo: imaginándonos el nacimiento por cesárea, ingresar al quirófano, a veces sin haber estado en los planes de esa mujer, o tal vez, en otros casos, elegirla, y nosotros ahí, teniendo en nuestras manos la posibilidad de velar por cada una de ellas, mientras se encontraran allí. Me negaba a aceptar que el nacer por parto vaginal difiriera emocionalmente del nacer por parto cesárea. Entonces, comencé otra vez, repasé y consideré como fundamental la preparación para ese gran día desde la charla e información en consultorio, hasta armar el equipo adecuado (partera, instrumentadora, anestesiólogo, pediatra).
Continuamos por los tiempos en la sala de quirófano, dando lugar a pasos más lentos durante el proceso, a reducir los ruidos externos, y a gusto de cada familia, musicalizamos el ambiente y sumamos el acompañamiento de la partera para asistir y anticipar los movimientos. Si lo vieran, a veces es tan sencillo y a la vez tan valioso tenerlas allí, tomándole, simplemente la mano.
Lo último que pudimos implementar, y tal vez lo que más costó, fue ir reduciendo los estímulos visuales, sí, las luces en el quirófano, fuimos bajándolas hasta dejar lo mínimo necesario para la intervención sin riesgos. Pronto, los resultados fueron increíbles ¡y los relatos maternos hermosos! El ambiente es de una calma absoluta, se escuchan unas pequeñas voces que van relatando qué tan cerca estamos de conocernos, qué tan cerca de ponerlos en el pecho; se le pregunta a ella y a quien acompaña si se van sintiendo bien, y siempre asienten con una sonrisa. Nadie nos apura, los tiempos son de estos pequeños seres que están llegando al mundo y de esa familia. Todo es sereno. Pasan los minutos, si hay deseo se toman algunas fotos o tal vez un vídeo para dejar registro de esos primeros minutos juntos. De a poquito, la mayoría va necesitando ir prendiendo alguna luz, tenue también, para poder observar a su cría allí, sobre el pecho. Sentirlos, tocarlos, olerlos y explorar todos los sentidos. Claro que quien acompaña está presente en todo momento, lo que nos permite que el nacimiento sea una experiencia sublime, tanto para la mujer como para el padre/acompañante y el recién nacido.
Luego de los tiempos del contacto piel a piel entre la madre y el recién nacido, se ofrece realizar el vínculo–contacto sobre el pecho paterno, para que él también experimente la sensación del tacto y del apego, obteniendo favorables resultados para trabajar desde la base los lazos de esa familia, para toda la vida. Este es mi relato, este es mi modo de acompañar los nacimientos por cesárea.
Por último, quiero transmitir que movernos y buscar cambios, no siempre resulta cómodo y muchas veces, no es fácil el camino, pero cuando miramos hacia atrás y vemos los resultados, el aprendizaje y lo gratificante que es haber brindado la posibilidad de recibir así a un recién nacido y brindarle una experiencia de nacimiento sana a una mujer; la satisfacción es inmensa y es allí donde entendemos que vale mucho la pena salir de esa “zona de confort” donde supimos estar.
También agradecer a mi equipo que banca, escucha y se adapta de la mejor manera posible, invitándome a volver a elegirlos ¡una y otra vez! Gracias a mi familia y gracias a Cande, la partera que supo cuidar de la llegada de dos de mis hijos, compañera de guardia y de grandes charlas. Por muchos más nacimientos acompañados con respeto.
Para saber más:
- Zavala-Soto JO, Hernandez-Rivero L, Tapia-Fonllem C. Pro-lactation cesarean section: Immediate skin-to-skin contact and its influence on prolonged breastfeeding. Front Sociol. 2022 Sep 27;7:908811. doi: 10.3389/fsoc.2022.908811. PMID: 36237277; PMCID: PMC9551215.
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